Ven. Pio XII : El segundo fin ( de la Santa Misa) es la Acción de gracias a Dios. Sólo el divino Redentor, como Hijo predilecto del Padre Eterno, de quien conocía el inmenso amor, pudo alzarle un digno himno de acción de gracias. A esto miró y esto quiso «dando gracias» ( Marc. 14, 23) en la última Cena, y no cesó de hacerlo en la Cruz ni cesa de hacerlo en el augusto Sacrificio del Altar, cuyo significado es precisamente la acción de gracias o eucarística; y esto, porque es «cosa verdaderamente digna, justa, equitativa y saludable»
"Mediator                            Dei"
Sobre la Sagrada Liturgia
20 de noviembre de 1947
Sobre la Sagrada Liturgia
20 de noviembre de 1947
4) Idénticos fines.
a')            Primer fin: Glorificación de Dios. 
             0. Idénticos, finalmente, son los fines, de los que el  primero             es la glorificación de Dios. Desde su Nacimiento  hasta su  Muerte,            Jesucristo estuvo encendido por el celo de  la Gloria divina y,  desde            la Cruz, el ofrecimiento de su  Sangre, llegó al cielo en olor            de suavidad. Y para que el  himno no tenga que acabar jamás en            el Sacrificio Eucarístico,  los miembros se unen a su Cabeza  divina,            y con El, con los  Ángeles y los Arcángeles, cantan a Dios            perennes alabanzas  (8), dando al Padre Omnipotente todo honor y  gloria.
b')            Segundo fin: Acción de gracias a DIOS. 
             91. El segundo fin es la Acción de gracias a Dios. Sólo             el divino Redentor, como Hijo predilecto del Padre Eterno, de   quien            conocía el inmenso amor, pudo alzarle un digno himno de  acción             de gracias. A esto miró y esto quiso «dando gracias»             ( Marc. 14, 23) en la última Cena, y no cesó de hacerlo             en la Cruz ni cesa de hacerlo en el augusto Sacrificio del   Altar, cuyo            significado es precisamente la acción de gracias o   eucarística;            y esto, porque es «cosa verdaderamente digna,  justa,  equitativa            y saludable» (9).
c')            Tercer fin: Expiación y propiciación.
             92. El tercer fin es la Expiación y la Propiciación.   Ciertamente            nadie, excepto Cristo, podía dar a Dios  Omnipotente  satisfacción            adecuada por las culpas del género  humano. Por esto, El quiso            inmolarse en la Cruz como  «propiciación por nuestros pecados,            y no sólo por los  nuestros, sino por los de todo el mundo»            (I Ioan 2, 2). En  los altares se ofrece igualmente todos los  días            por nuestra  Redención, a fin de que, libres de la condenación            eterna,  seamos acogidos en la grey de los elegidos. Y esto no  sólo             para nosotros, los que estamos en esta vida mortal, sino  también             «para todos aquellos que descansan en Cristo, los que nos han             precedido por el signo de la fe y duermen ya el sueño de la  paz»             (10), «porque lo mismo vivos que muertos, no nos separamos  del             único Cristo» (11).
d')            Cuarto fin: Impetración. 
             93. El cuarto fin es la Impetración. Hijo pródigo, el             hombre ha malgastado y disipado todos los bienes recibidos del   Padre            celestial, y por esto se ve reducido a la mayor miseria  y  necesidad;            pero desde la Cruz, Cristo «habiendo ofrecido  oraciones y  súplicas            con poderosos clamores y lágrimas, fue  escuchado por su  reverencial            temor» (Hebr. 5, 7), y en los  altares sagrados ejercita la  misma            eficaz mediación, a fin  de que seamos colmados de toda clase            de gracias y  bendiciones.
 
 
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