Ven. PIO XII : El Augusto Sacrificio del Altar no es; pues, una pura y simple conmemoración de la Pasión y Muerte de Jesucristo, sino que es un Sacrificio propio y verdadero, en el cual, inmolándose incruentamente el Sumo Sacerdote, hace lo que hizo una vez en la Cruz, ofreciéndose todo El al Padre, Víctima gratísima. «Una... y la misma, es la Víctima; lo mismo que ahora se ofrece por ministerio de los Sacerdotes, se ofreció entonces en la Cruz; sólo es distinto el modo de hacer el ofrecimiento»
PARTE            SEGUNDA
EL            CULTO EUCARÍSTICO.
I.            Naturaleza del Sacrificio Eucarístico
A)            MOTIVO DE TRATAR ESTE TEMA
             84. El Misterio de la Santísima Eucaristía, instituida             por el Sumo Sacerdote, Jesucristo, y renovada constantemente  por  sus            ministros, por obra de su voluntad, es como el compendio y  el  centro            de la religión cristiana. Tratándose de lo más             alto de la Sagrada Liturgia, creemos oportuno, Venerables   Hermanos,            detenernos un poco y atraer Vuestra atención a este  gravísimo            argumento. 
B)            EL SACRIFICIO EUCARÍSTICO
1º.            Institución. 
             85. Cristo, Nuestro Señor, «Sacerdote eterno según             el orden de Melchisedec» (Sal. 109, 4)) que «habiendo amado             a los suyos que estaban en el mundo» (Juan, 13, 1), «en            la  última cena, en la noche en que era traicionado, para dejar             a  la Iglesia, su Esposa amada, un sacrificio visible -como lo  exige             la naturaleza de los hombres-, que representase el sacrificio   cruento            que había de llevarse a efecto en la Cruz, y para que  su  recuerdo            permaneciese hasta el fin de los siglos y fuese  aplicada su  virtud salvadora            a la remisión de nuestros  pecados cotidianos... ofreció            a Dios Padre su Cuerpo y su  Sangre, bajo las especies del pan y  del            vino, y las dio a  los Apóstoles, entonces constituidos en  Sacerdotes            del Nuevo  Testamento, a fin de que bajo estas mismas especies  lo recibiesen,             mientras les mandaba a ellos y a sus sucesores en el   Sacerdocio, el            ofrecerlo» (5).
2º.            Naturaleza.
a)            No es simple conmemoración.
             86. El Augusto Sacrificio del Altar no es; pues, una pura y   simple conmemoración            de la Pasión y Muerte de Jesucristo,  sino que es un Sacrificio             propio y verdadero, en el cual,  inmolándose incruentamente el            Sumo Sacerdote, hace lo que  hizo una vez en la Cruz,  ofreciéndose            todo El al Padre,  Víctima gratísima. «Una... y la            misma, es la Víctima; lo  mismo que ahora se ofrece por  ministerio            de los Sacerdotes,  se ofreció entonces en la Cruz; sólo            es distinto el modo de  hacer el ofrecimiento» (6).
b)            Comparación con el de la Cruz.
1)            Idéntico Sacerdote.
             87. Idéntico, pues, es el Sacerdote, Jesucristo, cuya  Sagrada            Persona está representada por su ministro. Este, en  virtud de            la consagración sacerdotal recibida, se asimila al  Sumo  Sacerdote            y tiene el poder de obrar en virtud y en la  persona del mismo  Cristo;            por esto, con su acción  sacerdotal, en cierto modo; «presta            a Cristo su lengua; le  ofrece su mano» (7).
2)            Idéntica Víctima.
             88. Igualmente idéntica es la Víctima; esto es, el Divino             Redentor; según su humana Naturaleza y en la realidad de su   Cuerpo            y de su Sangre.
3)            Distinto modo.
             89. Diferente, en cambio, es el modo en que Cristo es   ofrecido. En efecto,            en la Cruz, El se ofreció a Dios todo  entero, y le ofreció            sus sufrimientos y la inmolación de la  Víctima fue llevada            a cabo por medio de una muerte cruenta  voluntariamente  sufrida; sobre            el Altar, en cambio, a causa  del estado glorioso de su humana  Naturaleza,            «la muerte no  tiene ya dominio sobre El» (Rom. 6, 9) y,            por tanto, no es  posible la efusión de la sangre; pero la  divina            Sabiduría  han encontrado el medio admirable de hacer  manifiesto            el  Sacrificio de Nuestro Redentor con signos exteriores, que  son símbolos             de muerte. Ya que por medio de la Transubstanciación del pan             en el Cuerpo y del vino en la Sangre de Cristo, como se tiene   realmente            presente su Cuerpo, así se tiene su Sangre; así,  pues,            las especies eucarísticas, bajo las cuales está  presente,            simbolizan la cruenta separación del Cuerpo y de la  Sangre. De             este modo, la conmemoración de su muerte, que  realmente  sucedió            en el Calvario, se repite en cada uno de  los sacrificios del  altar,            ya que por medio de señales  diversas se significa y se muestra             Jesucristo en estado de  víctima.
 

 
Sem comentários:
Enviar um comentário